El deporte es bueno para la salud. Nadie puede poner en duda esta afirmación que viene respaldada por expertos y estudios. Sin embargo, cómo lo practicamos influye y puede tener consecuencias para la salud. De hecho, un entrenamiento inadecuado, la ausencia de calentamiento, errores en la técnica y, un gran olvidado como es el uso de un calzado deportivo inadecuado, que no se ajuste bien a nuestro pie, puede provocar lesiones inesperadas y afectar a nuestro rendimiento deportivo.
Según los datos del informe sobre Estudios de la pisada en el deportista, encargado por el Consejo General de Colegios Oficiales de Podólogos (Cgcop) a la Sociedad Española de Biomecánica y Ortopodología (Sebior) y a la Sociedad Española de Podología Deportiva, utilizar un mal calzado provoca un riesgo de sufrir lesiones deportivas de aproximadamente del 50 por ciento. Las lesiones más frecuentes tienen lugar en el pie, muslo y rodilla, y alrededor del 65 por ciento ocurren en la carrera, por lo que el informe determina que la zapatilla deportiva es por un lado, un elemento preventivo y, por otro, un factor predisponente de lesiones.
Ante esto la mejor alternativa es hacerse un estudio biomecánico completo del pie que incluye un análisis de las presiones plantares que determinará si tenemos pie pronador (aquel que se desvía hacia dentro, hacia el eje medio del cuerpo), supinador, (el que se desvía hacia fuera, hacia el eje externo), o neutro (tiene una posición fisiológica normal). Pero además de esa información, José Manuel Castillo, presidente de Sebior y portavoz del Cgcop, indica que debe incluir un análisis de las distintas fases de la marcha y de cómo las diferentes partes del pie se posicionan y funcionan en esos intervalos de manera adecuada o de manera patológica. También incluirá la observación de la posición del pie (si está rotado hacia afuera o hacia dentro) y cómo se desarrollan las rodillas.
¿Quiénes tienen que hacerse un estudio de la pisada del pie?
El experto señala que hay varios signos que pueden alertarnos de que necesitamos que un podólogo nos haga este estudio: dolor, caídas frecuentes (por ejemplo, en los niños), inestabilidad, tendencia a esguinces de tobillo o cansancio muscular, fatiga muscular o dificultad para correr y andar son signos de que puede haber una malformación.
Aparte de eso, prácticamente todos los deportistas deberían hacérselo para evitar que cualquier patología que haya en la extremidad inferior o en el pie repercuta de forma directa en el rendimiento y en la aparición de lesiones. “Las personas que quieran introducirse de forma más o menos seria en el deporte deberían hacerse además de test como las pruebas de esfuerzo un estudio biomecánico-podológico que incluya el estudio de la pisada además de otros parámetros”, recomienda Castillo.
Beneficios para el deportista
Los beneficios son claros: evitar un número importante de lesiones que vienen relacionados con la forma de caminar, de pisar y de correr porque su distribución anatómica y su perfil biomecánico va a predisponer a determinadas patologías y mejorar el rendimiento.
En este último juega un papel importante el gasto energético. “Si una persona vuelca mucho el pie hacia adentro y tiene un pie muy pronador, va a tener mayor fatiga muscular y esto le va a favorecer a tener una serie de lesiones a nivel de las rodillas, por ejemplo; pero también provocará que aumente el gasto energético, por lo tanto le va a influir de forma negativa sobre su rendimiento deportivo”, especifica el especialista.
Otro aspecto muy importante es que el estudio biomecánico del pie permite alargar la vida del deportista, según Castillo. “Al aumentar su bienestar y reducir este tipo de lesiones, impediremos que aparezcan casos de artrosis prematura y problemas con las articulaciones.”, añade y especifica que este último beneficio es la consecuencia directa del tratamiento, es decir, el estudio del pie permitirá que haya un diagnóstico y el podólogo prescriba el calzado adecuado.